Hoy vamos a embarcarnos en una aventura muy especial contada por nadie menos que Jesús. Esta historia se llama «La parábola del sembrador». Es una de esas historias que Jesús usaba para enseñar a las personas grandes y pequeñas lecciones muy importantes sobre la vida.
Imagínense un hermoso día bajo el sol brillante, donde un sembrador decide salir a su campo con un gran saco lleno de semillas. Estas semillas son muy especiales porque representan las enseñanzas y el amor que Dios tiene para cada uno de nosotros.
Mientras seguimos al sembrador en su jornada, veremos cómo esparce estas semillas en diferentes tipos de tierra. Algunas caen en lugares no muy buenos para crecer, y otras encuentran el lugar perfecto para echar raíces y florecer.
Esta historia no solo es sobre sembrar semillas en la tierra, sino también sobre sembrar bondad, amor y alegría en nuestros corazones y en los de los demás. ¿Están listos para descubrir cómo podemos ser la mejor tierra para estas semillas especiales?
El sembrador esparce las semillas
Imagínense un día soleado, el sembrador toma un puñado de semillas y comienza a esparcirlas por la tierra mientras camina. Pero no todas las semillas caen en el mismo lugar, y aquí es donde la historia se pone interesante.
En el camino duro…
Algunas de las semillas cayeron al lado del camino, donde el suelo es muy duro. Estas semillas no pudieron entrar en la tierra y quedar bien escondiditas. Entonces, vinieron los pájaros, ¡piu piu! y se comieron esas semillitas como si fuera su desayuno.
En las piedras…
Otras semillas cayeron en un lugar donde había muchas piedras. Estas semillas sí lograron crecer un poquito, pero como no había suficiente tierra, sus raíces no pudieron profundizar y conseguir agua. Así que, cuando el sol salió fuerte, las plantitas se secaron porque no tenían suficiente agua para beber.
En los espinos…
Luego, algunas semillas cayeron entre los espinos. Estas semillas empezaron a crecer bien, pero los espinos también crecieron a su alrededor y las ahogaron. Los espinos no dejaban espacio para los demás.
En la buena tierra…
Pero, ¡esperen! También hubo semillas que cayeron en buena tierra, un lugar perfecto para ellas. Estas semillas crecieron y se hicieron plantas grandes y fuertes. Dieron muchísimos frutos, ¡más de lo que el sembrador podría haber imaginado!
3 Oid: He aquí, el sembrador salió á sembrar. 4 Y aconteció sembrando, que una parte cayó junto al camino; y vinieron las aves del cielo, y la tragaron. 5 Y otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y luego salió, porque no tenía la tierra profunda: 6 Mas salido el sol, se quemó; y por cuanto no tenía raíz, se secó. 7 Y otra parte cayó en espinas; y subieron las espinas, y la ahogaron, y no dió fruto. 8 Y otra parte cayó en buena tierra, y dió fruto, que subió y creció: y llevó uno á treinta, y otro á sesenta, y otro á ciento
Reflexión de la Parábola del sembrador para niños
Jesús usó esta historia para enseñarnos que es muy importante dónde dejamos que las semillas crezcan.
El camino duro
Imaginemos que nuestro corazón es como ese tiestecito donde plantamos las semillas. A veces, podemos ser como el camino duro, donde las semillas no pueden crecer porque no les prestamos atención o las olvidamos rápido. Es como cuando mamá o papá nos dicen algo importante, pero estamos tan ocupados jugando o viendo la tele que no hacemos caso.
Las piedras
Otras veces, podemos ser como el lugar con piedras, donde las semillas empiezan a crecer, pero luego se rinden porque no tienen suficiente tierra. Esto es como cuando empezamos algo nuevo, como un deporte o aprender a tocar un instrumento, pero luego lo dejamos porque se pone difícil.
Los espinos
También podemos ser como el lugar con espinos, donde las semillas no pueden crecer bien porque hay muchas cosas que las ahogan. Esto es como cuando queremos hacer muchas cosas a la vez, como jugar, ver la tele, y hacer la tarea, y al final no hacemos bien ninguna porque no nos concentramos.
La buena tierra
Pero lo mejor es ser como la buena tierra, donde las semillas pueden crecer fuertes y sanas. Esto significa escuchar lo que nos enseñan, pensar en ello, y hacerlo parte de nuestra vida. Es como cuando aprendemos a ser buenos amigos, a compartir, a cuidar de los demás y mostrar bondad, amor y alegría.
Actividades y manualidades sobre la parábola del sembrador
1. Plantando semillas
Materiales:
- Pequeños tiestos
- Tierra para macetas
- Semillas fáciles de plantar (como girasoles o garbanzos)
Instrucciones:
- Da a cada niño un tiesto, algo de tierra y unas semillas.
- Enséñales a llenar el tiesto con tierra y a plantar las semillas siguiendo las instrucciones adecuadas para el tipo de semilla que tengan.
- Mientras plantan, explícales cómo las semillas necesitan buena tierra, agua y sol para crecer. Relaciona esto con la importancia de tener un corazón y una mente abiertos para aprender y crecer con las enseñanzas buenas.
2. Dibujo de la parábola
Materiales:
- Hojas de papel
- Lápices de colores, crayones o marcadores
Instrucciones:
- Entrega a cada niño una hoja de papel y algo con qué dibujar.
- Pídeles que dibujen las cuatro partes de la parábola: las semillas que caen al lado del camino, entre las piedras, entre los espinos y en la buena tierra.
- Anímales a pensar en lo que cada parte de la historia representa mientras dibujan.
3. Collage de corazón receptivo
Materiales:
- Hojas de papel en forma de corazón
- Revistas viejas, tijeras y pegamento
Instrucciones:
- Entrega a cada niño una hoja de papel con forma de corazón y acceso a las revistas, tijeras y pegamento.
- Pídeles que busquen y recorten imágenes o palabras que representen las cualidades positivas que quieren «sembrar» en sus corazones.
- Anímales a pegar estas imágenes en su corazón de papel, creando un collage que represente un corazón receptivo y lleno de bondad, similar a la buena tierra de la parábola.
Resumen de la parábola del sembrador para niños
Había una vez un sembrador que salió a sembrar semillas. Las semillas cayeron en diferentes lugares:
- Al lado del camino: El suelo era duro, así que las semillas no pudieron crecer y los pájaros se las comieron.
- Entre las piedras: Las semillas crecieron un poco, pero no tenían suficiente tierra y se secaron cuando salió el sol.
- Entre los espinos: Las semillas empezaron a crecer, pero los espinos las ahogaron.
- En buena tierra: Aquí las semillas crecieron mucho y dieron muchísimos frutos.
Jesús contó esta historia para enseñarnos sobre escuchar y entender sus enseñanzas. No todas las semillas crecieron, solo las que cayeron en buena tierra. Así que, si escuchamos con un corazón abierto, podemos crecer y hacer muchas cosas buenas, como las semillas en la buena tierra.
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