Había una vez un hombre llamado Jonás, quien vivía en un pueblo junto al mar. Jonás era un profeta, alguien a quien Dios le hablaba y le daba mensajes especiales. Un día, Dios le dijo a Jonás que fuera a la ciudad de Nínive y les dijera a los habitantes que cambiaran su forma de vivir, porque estaban haciendo cosas malas.
Pero Jonás no quería ir a Nínive, porque pensaba que la gente de allí no merecía ser salvada. En lugar de obedecer a Dios, decidió escapar y se fue en un barco en dirección opuesta. ¡Imagínate eso! Jonás pensaba que podría escapar de Dios y de su misión.
Pero Dios no se dio por vencido. Mientras Jonás estaba en el barco, una gran tormenta se desató. Las olas chocaban contra el barco y los marineros tenían mucho miedo. Sabían que algo no estaba bien, así que buscaron a Jonás y lo encontraron durmiendo profundamente en el fondo del barco. Le despertaron y le dijeron: «¡Jonás, ora a tu Dios para que nos salve!».
Jonás se dio cuenta de que la tormenta era su culpa, así que les dijo a los marineros que lo tiraran al mar. Al principio, los marineros no querían hacerlo, pero finalmente lo hicieron. Y en ese mismo instante, la tormenta se calmó. Fue un milagro.
12 El les respondió: Tomadme, y echadme á la mar, y la mar se os quietará: porque yo sé que por mí ha venido esta grande tempestad sobre vosotros.
Jonás y el gran pez
Pero eso no fue todo. Mientras Jonás caía al agua, Dios envió un gran pez para que se lo tragara. Jonás pasó tres días y tres noches en el vientre del pez. Fue un tiempo de reflexión y arrepentimiento para él. Entendió que no podía escapar de Dios ni de su misión.
Después de esos tres días, el pez escupió a Jonás en la orilla de la playa. Dios le dio otra oportunidad y le dijo nuevamente que fuera a Nínive. Esta vez, Jonás obedeció y fue a la ciudad. Caminó por las calles y les habló a los habitantes, diciéndoles que cambiaran su forma de vivir.
Y adivina qué… ¡La gente de Nínive escuchó el mensaje de Jonás y se arrepintió! Todos, desde los más pequeños hasta los más grandes, dejaron de hacer cosas malas y buscaron a Dios. Dios les perdonó de sus pecados y no castigó a la ciudad.
¿Qué enseña la historia de Jonás a los niños?
Aquí tienes cuatro puntos clave que la historia de Jonás enseña a los niños:
- No puedes escapar de tus responsabilidades: Jonás pensó que podía huir de la misión que Dios le había dado, pero aprendió que no podemos escapar de nuestras responsabilidades. Es importante enfrentar nuestras tareas y compromisos con valentía.
- La importancia de la obediencia: Jonás aprendió que es esencial obedecer a Dios. A veces podemos tener dudas o no entender completamente lo que Dios nos pide, pero confiar en Él y obedecer sus instrucciones nos llevará por el camino correcto.
- La misericordia y el perdón de Dios: A pesar de que Jonás trató de huir, Dios le dio una segunda oportunidad y lo perdonó. Esta historia nos muestra que Dios es misericordioso y está dispuesto a perdonarnos cuando nos arrepentimos sinceramente. Esto nos enseña a ser compasivos y perdonar a los demás también.
- El poder de la transformación: Cuando Jonás finalmente obedeció y fue a Nínive, la gente escuchó su mensaje y cambió su forma de vivir. Esta historia nos muestra que cuando nos arrepentimos y buscamos a Dios, Él puede transformar nuestras vidas y ayudarnos a hacer lo correcto.
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